Ante el endurecimiento de las medidas de contención por el COVID-19, aumenta el riesgo de que los niños sufran abusos, abandono, explotación y violencia, dice UNICEF.
Cientos de millones de niños de todo el mundo podrían estar sometidos a amenazas cada vez mayores para su seguridad y su bienestar (como el maltrato, la violencia de género, la explotación, la exclusión social y la separación de sus cuidadores) como consecuencia de las medidas adoptadas para contener la propagación de la pandemia del COVID-19. UNICEF insta a los gobiernos a garantizar la seguridad y el bienestar de los niños ante la intensificación de las repercusiones socioeconómicas de la enfermedad. El organismo de las Naciones Unidas para la infancia, junto con sus aliados de la Alianza para la Protección de la Infancia en la Acción Humanitaria, ha publicado unas directrices para ayudar a las autoridades y las organizaciones que participan en la respuesta.
En cuestión de meses, el COVID-19 ha cambiado por completo la vida de
los niños y las familias de todo el mundo. Las medidas de cuarentena, como el
cierre de las escuelas o la restricción de los desplazamientos, si bien se
consideran necesarias, están interrumpiendo los sistemas de apoyo y las costumbres
habituales de los niños. Además, están añadiendo nuevos factores de estrés a
los cuidadores que, en muchos casos, tienen que renunciar al trabajo.
Los estigmas asociados al COVID-19 han llevado a que algunos niños sean más
vulnerables a la violencia y a los trastornos psicosociales. Al mismo tiempo,
las medidas de control que no tienen en cuenta las vulnerabilidades y las
necesidades de género específicas de las mujeres y las niñas pueden aumentar el
peligro de que sufran explotación sexual o abusos y sean víctimas del
matrimonio infantil. Algunas pruebas incidentales recientes apuntan a que, por
ejemplo, en China, ha habido un aumento significativo de los casos de violencia
doméstica contra mujeres y niñas.
“La enfermedad está afectando de distintas maneras a niños y familias que no
están directamente contagiados”, aseguró Cornelius Williams, Jefe de
Protección Infantil de UNICEF. “Las escuelas están cerrando. Los padres
están haciendo grandes esfuerzos para poder cuidar a sus hijos y llegar a fin
de mes. Los peligros de la protección para los niños son cada vez mayores.
Estas directrices proporcionan a los gobiernos y las autoridades de protección
un esbozo de las medidas prácticas que pueden adoptarse para garantizar la
seguridad de los niños en estos tiempos de incertidumbre”.
El aumento de las tasas de abusos y explotación de niños ya se dio en
emergencias de salud pública anteriores. El cierre de las escuelas durante el
brote de la enfermedad del ébola en África Occidental de 2014 a 2016, por
ejemplo, contribuyó al repunte del trabajo infantil, el abandono, los abusos
sexuales y los embarazos de adolescentes. En Sierra Leona, los casos de
embarazos adolescentes llegaron a 14.000, más del doble de casos que había
antes del brote.
Como parte de la guía, la Alianza recomienda que los gobiernos y las
autoridades de protección adopten medidas concretas para garantizar que la
protección de los niños forme una parte fundamental de todas las medidas de
prevención y control del COVID-19. Esas medidas son las siguientes:
- Formar al personal de salud, educación y servicios infantiles en los riesgos de la protección de los niños asociados al COVID-19, incluida la prevención de los abusos y la explotación sexual y cómo denunciar sus inquietudes de forma segura.
- Formar a los equipos de respuesta inicial para gestionar la divulgación de casos de violencia de género (Guía de bolsillo sobre la violencia de género) y colaborar con los servicios de atención a la salud para ayudar a las víctimas de este tipo de violencia.
- Proporcionar más información sobre los servicios de remisión y otros servicios de ayuda disponibles para los niños.
- Hacer reflexionar a los niños, y en especial a los adolescentes, acerca de cómo el COVID-19 les afecta de manera distinta con el fin de recabar información para los programas y las actividades de promoción.
- Proporcionar ayuda específica a los centros de atención provisional y a las familias, incluidos los hogares encabezados por niños y las familias de acogida, para prestar asistencia emocional a los niños y enseñarlos a cuidarse adecuadamente a sí mismos.
- Ofrecer ayuda financiera y material a las familias cuyas oportunidades para generar ingresos se hayan visto afectadas.
- Establecer medidas concretas para evitar que los niños se separen de sus familias y garantizar ayudas para los niños que se queden solos y desprovistos de la atención adecuada debido a la hospitalización o el fallecimiento de un familiar o cuidador.
- Asegurarse de que la protección de todos los niños ocupa un lugar primordial en las medidas de control de la enfermedad.